13 de febrero de 2013

- Uno... Dos... Uno, dos tres... Uno... Dos...
- ¡Eh! ¿Qué haces? ¡Uno, dos! ¡Uno, dos!
- Uno... Dos...
- ¡No, no, no! ¡Es...!
- ¡Esto no es una marcha, coñe!

Cada uno tiene su ritmo. Parecido, igual o radicalmente opuesto al de al lado. ¿Acaso importa eso? Para nada... Es fácil seguir un ritmo si se tiene sentido musical. Es igualmente fácil adaptar tu ritmo al de la persona que tienes al lado si posees la empatía suficiente...

Pero claro, si tu bailas a tu ritmo, y el otro al suyo... Si compartís pista, lo más seguro es que choquéis. ¿De verdad le vas a echar la culpa al otro por no ir en tus zapatos?

Quien teme morir es porque no está viviendo
Somos como la superficie del agua...

Somos como la superficie del agua, pues los cambios nos perturban. Formamos ondas circulas alrededor de las piedras que nos tiran, maximizando su impacto. En un abrir y cerrar de ojos, cuando un elemento externo nos toca, puede alborotar toda la superficie...

Muchas piedras...

Muchas piedras han tocado mi alma. Pequeñas, insignificantes. Pero soy líquido... La calma rectitud de mi superficie se ha roto en mil y una pequeñas olas. Caos, confusión... Aparentemente, una vez más, David venció a Goliat...

Y de repente...

Y de repente vuelvo a ser yo mismo. Porque la superficie del agua acaba encontrando el equilibrio... Aunque a veces parezca imposible. Siempre vuelve a su punto de partida...

¿A dónde voy?

¿Quién soy?

¿De dónde soy?

¿Sabes? No es hora ni día para planteármelo... Lo jodido de los problemas es que no existan y, por buscarlos, los encuentres.