29 de mayo de 2012

Corazón de poeta

Juguemos a algo diferente:
Conversar con corazón y alma...
contemos una historia entre líneas,
Observar y ver de verdad...
oscurecida para quien no ve,
Recordar sin temer llorar...
rescatada de la futura memoria,
Añorar sin dejar de caminar...
anhelada por el corazón oculto,
Zanjar sin perder la calma...
zambullida en mi alma...
Ordenar con buena prioridad...
Origen de un relato
Negar sin temor al que dirán...
nunca imaginado,
Debatir sin discutir ni gritar...
de probada existencia,
Enseñar de ti mismo la realidad...
esperado siempre y para siempre,
Prometer sin buscar...
perservado en la red de redes,
Olvidar sin reprochar...
oníricamente real,
Enamorar por amor...
encantador y puro...
Temblar de emoción...
Tú y yo,
Amar, sinceramente, sin dudar...
anhelando esa charla juntos

21 de mayo de 2012

Quiero un corazón de poeta, una razón de científico y un alma de filósofo

Infinitas decisiones

O yo o los demás. Lo de siempre. Tengo que escoger entre herirme a mi mismo o herir a los que me rodean. Hace poco me han dicho que tengo cerebro de matemático, y que pienso como un informático. Pues bien, matemáticamente es mejor que esté uno mal que varios, y computacionalmente es menos costoso almacenar las rutinas de una persona herida que de un grupo.

A ver, a fin de cuentas, no es tan grave si pones la vista hacia delante. Puede que hasta gane haciendo así. Sea como sea, esa situación no podía mantenerse.

Pero claro, ahora duele.

Y da que pensar. Eso siempre. Y me hace reflexionar de las decisiones. De lo que significa tomar un camino u otro. De lo que implica asumir las consecuencias. Porque asumir no es lamentarse, ni mirar a derecha e izquierda mientras andas. Asumir es secarte las lágrimas con el dorso del puño, levantar la vista con decisión y andar. Confiar en que la vida te guía mejor de lo que tú podrías guiarte, pues ella tiene una visión más absoluta que tú del conjunto. Y nunca detenerte.

¿Aprenderé algún día a asumir lo que hago sin que ello me pese durante tanto tiempo?

No quería perder la oportunidad de saludar a Noelia, quien debe estar hasta las narices de mi tardanza en escribir. Como justificación, ¡un buen correo lleva su tiempo! Y también quiero saludar a quien quiera un saludo mío.
No tengáis miedo. El amor si existe.

O también...
 
Quizá tuvieras razón, mi amigo Galileo. Quizá es la frase más perfecta. "No tengáis miedo. Dios es Amor".

19 de mayo de 2012

El final de un principio es el principio de un final

Adios

No me pongas cara triste,
ni te hartes más de mi,
mis teclas hoy escriben
sin ganas ya de seguir.

Pues hoy quería decirte
ese chao que no te dije,
vengo solo a despedirme
por si no volviera a venir.

No busco un nuevo principio,
hace tiempo que eso acabó.
Lo supe desde ese momento:
el primer hola fue mi adios.

Pero hoy quería recordarte,
como si fuera la última vez
que visitas mi memoria,
como si no volviera a ser.

No digas ya más palabras,
el ayer ya no es el hoy,
que no te duela el pasado
ni el futuro que no existió.

Aunque hoy venga a contarte
una historia que ya murió,
no vengo a apenarte
sino solo a decir adios.

No pienses que fue perdido
el tiempo que acaba de acabar,
todo día que vivimos,
quizá tenía que pasar.

Pero tengo que decirte,
que ese tiempo ya pasó,
fuiste tu quien decidiste,
no temas, no hay rencor.

No hay otra vida juntos,
pues en esa no seré yo,
somos espacios disjuntos:
empezó y se acabó.

Aún tengo que mirarte
por una última vez
pero cuando eso pase,
tú a mi no me debes ver.

No se acaban las palabras
que desconoce el papel,
los recuerdos que conoces
el nunca los va a saber.

Porque somos diferentes
y a la vez tan iguales
que las cosas que nos unen
nos separaron, tal vez.

No debo seguir escribiendo
por temor quizá a volver,
sigue feliz con tu vida
mi camino yo seguiré.

Y te digo sin temores
que te quise una vez
fuiste alguien en mi vida
y jamás te olvidaré

Y por eso quería decirte
ese chao que no te dije,
vengo solo a despedirme
sonreiré por última vez

13 de mayo de 2012

Temor, horror, miedo, pánico

Miro a mi mano...
Me tiembla el puño.
Tuerzo el cuello:
no existe el miedo.

No existe el miedo...

Miro al horizonte...
Me falla la vista.
Manos a la cabeza:
no existe el temor.

No existe el temor...

Miro a mis pies...
Me llena la congoja.
Cierro los ojos:
no existe el pánico...

No existe el pánico..

Miro en mi interior...
Soy un niño asustado.
Alejo esa idea:
no existe el horror...

No existe el horror...

No hay miedo,
no hay temor,
no hay pánico,
no hay horror...

Entonces...
¿por qué...
los hallo...?

En mi interior...
A mis pies...
En el horizonte...
En mis manos...

Me tiembla el puño...
Me falla la vista...
Me llena la congoja...
Pues soy un niño asustado...

10 de mayo de 2012

Viajando sin miedo

Un amanecer más, en el tren. Estoy en una posición cómoda. Pierna izquierda sobre la derecha, apoyada por un poco más allá del tobillo. Un poco recostado sobre el asiento. Y el portátil en la bandeja que está enganchada en el asiento de delante. Tengo la mochila a mi lado, ocupando el otro sitio, y me sirve de apoyo para el brazo derecho, ya que estoy en la izquierda. Lado ventana.

Fuera hay bastante luz. Me encanta esa sensación de redescubrimiento que trae cada cambio de estación. Te das cuenta de lo que echas de menos algunas cosas. La luz, el calor, esa premonición feliz que te dice que dentro de poco estarás de vacaciones… El otro día me descubrí añorando estar nervioso ante un examen, esa perspectiva de desafío, mezcla de determinación y miedo.

Me acordé de una conversación que tuve con mi padre, acerca del miedo. De una frase concreta, para ser exactos. “El miedo nos hace sentir vivos”. Si lo piensas un poco, no es tan descabellado…

¿Alguna vez has creído, aunque fuera por un solo segundo, que ibas a morir? Yo recuerdo una vez de pequeño, en la playa. Día con bastante oleaje. Con una “tabla” de surf (que más que tabla era tablero), comprada en los chinos por cuatro o cinco euros. Jugando a coger olas. En esto, una más grande que las demás… y claro me emociono. Hasta que me doy cuenta de que la ola es más alta que yo aunque me ponga de pie en el agua. Y está empezando a romper…

Doy vueltas bajo la superficie. La tabla la tenía atada a la muñeca con una correa, y me golpea. Me agobio, y trago agua. Empiezo a notar que me falta aire. Creo que lloro…

Segundos después, estoy en la orilla, boca arriba, con la tabla sobre la pierna. Toso, escupo, lloro. Y tiemblo de miedo.

¿Que seguramente no corrí demasiado peligro, ya que no estaba demasiado lejos de la orilla? Filosente así lo ve. Pero Ismael, ese niño de seis años, os juro que se vio a las puertas de la muerte. Y creo que pocas veces me he sentido tan vivo como esos minutos, tirado en la arena mojada, mientras recuperaba el aliento y mi madre, preocupada, venía a ver que me había pasado.

Hay gente que dice que el miedo te hace esclavo. Quizá. Aunque yo creo que somos nosotros los que nos esclavizamos al miedo. El miedo, a mi modo de ver, es necesario para vivir. Temer a lo desconocido nos hace cautelosos, y eso nos ayuda a evitar muchos peligros. Los niños, cuando aún son muy pequeños, no tienen miedo, realmente, solo curiosidad. Y es por ello que sus padres tienen que velar por ellos.

Yo con dos años toqué una plancha encendida. Y con tres me tragué un pin, y casi me ahogo. Con cuatro o cinco, quizá seis, me pille los dedos con una puerta. Y así, con otras cosas, toda mi vida. ¡Y lo que me queda!

Me estoy clavando un pivote del lateral del tren. ¿Qué narices es? ¿Un remache? Si muevo un poco el brazo, quizá… Vale, así mejor.

De todos modos, si que es cierto que el miedo puede pasar de ser una especie de alarma benigna a una dura carga. Aunque eso ya no es miedo en si. Eso más bien es “miedo a”. Y el miedo a suele derivar en perder la oportunidad de. Por ejemplo, por miedo a declararte, puedes perder a esa persona, que quizá sienta lo mismo que tú, pero esté en tu misma situación. O por miedo a suspender puedes dejar de presentarte a un examen. O evitar un viaje, por si se estrella el avión. O no querer conocer a nadie, por miedo a que nos hieran.

 Pero para mi hay algo aún peor que el miedo a. Yo lo llamo “miedo a miedo a”. Son esa clase de cosas que hacemos por miedo a no hacer algo que nos provoca un miedo a. Pondré un ejemplo: la gente que hace locuras por tener algo que contar. Esa gente tiene miedo a no tener nada que decir sobre si mismo en un futuro, a tener una “vida aburrida”. Digamos que el miedo a miedo a viene siendo una especie de intento de cura que acaba saliendo peor que la enfermedad, ya que muchas veces acabas actuando a la desesperada.

Un caso muy típico también es aquella persona que se declara después de que la persona de la que está enamorad@ encuentre pareja. Su miedo a era “declararse y no ser correspondido”. Y su miedo a miedo a es la propia declaración. ¡Que al final no es otra cosa que miedo!

Me asusta estar con estas reflexiones a las siete y media de la mañana.

Yo he de reconocer que, bajo la excusa de “al menos tenía que intentarlo”, he pecado bastantes veces de “miedo a miedo a”. Y esto me ha servido para darme cuenta de una cosa: el miedo mal entendido nos impide ser felices, ya que nos paraliza, y evita que hagamos lo que realmente queremos hacer.

¿Y qué es el miedo mal entendido? El miedo al miedo.

He escrito tantas veces “miedo” que ahora las letras de la palabra me bailan, y de repente he tenido que revisarla para ver si la he escrito bien. ¿Nunca os ha pasado eso de que de repente la palabra parece perder su significado? Que te preguntas… ¿y por qué al miedo se le llama miedo?

El miedo al miedo es el “mal del previsor”. El evitar hacer algo por miedo a que te de miedo lo que pueda pasar si lo haces. La mayor gilipollez que existe, si lo piensas fríamente, pero también una de las más generalizadas. Caso típico: la atracción “supermegahardcore” del parque de atracciones que más rabia te dé. A mi, por ejemplo, me gusta recordar la Torre del Terror, de Disneyland París. Caída libre desde una altura de trece pisos. Y el comentario de fondo de alguien del grupo: “huy, ahí no, que me da miedo”. ¿Qué le da miedo exactamente a esa persona? ¿La atracción en sí? Es decir, ¿tan terrorífico es el conjunto de hierros/materiales de los que esté formado? Si lo piensas un poco, lo que le da miedo realmente es lo que va a sentir cuando se suba a la atracción. ¡Tiene miedo a que le de miedo!

Hum, tres paradas para la mía. Llevo casi media hora dándole a la tecla. Malditos informáticos…

Si te has sentido identificado con alguna de estas anécdotas, o has visto aquí escritos tus miedos, no te avergüences. Sea como sea, el miedo es muy animal, y también muy humano. Todos tenemos miedos, algunos incluso absurdos o irracionales. Como las fobias. Pero lo importante es que el miedo no te paralice. Es una frase gastada, pero para mi sigue teniendo mucho significado: “no es más valiente quien menos miedos tiene, sino quien más los enfrenta”. ¡Porque, aunque sea temblando como un flan, vivir hay que vivir!

Ya se ha subido Dani. Asi que nada, toca cerrar… ¡qué este hombre si que da miedo!

8 de mayo de 2012

Soy viento...

Fui agua,
fui tierra,
fui fuego.
Soy viento.

Inocente y melancólica.
Capaz de esquivar
problemas irresolubles.
Fui agua.

Firme y constante.
Inamovible.
Quasi-eterno. Vida.
Fui tierra.

Destructor y creador.
Irascible. Energético.
Ira. Inicio. Fin.
Fui fuego.

Fluido como el agua,
sereno como la tierra,
iracuando como el fuego:
soy viento.

Fui agua,
fui tierra,
fui fuego.
Soy viento 

Carta para ti

Doy gracias por que me oiga quien quiera oirme, y pido que me lea quien me merezca y a quien merezca, mas ahora esta carta no es para alguien genérico. Esta carta es para ti.

Se que me estás leyendo. Es decir, el hecho de que exista la frase anterior así lo manifiesta. Me estás leyendo, y quizá me has leído antes. O puede que me hayas encontrado de casualidad. Es lo bueno de Internet, que conoces sin conocer y desconociendo de antemano.

Esta carta es para ti, porque hoy quiero hablar contigo. Charlar, tontamente, sin mayor pretensión que compartir unos instantes a tu lado. Porque me he dado cuenta de que esos segundos, aparentemente comunes, son las verdaderas perlas de mi vida. Que cuando añoro a alguien, lo añoro más en los pequeños detalles que en las grandes cosas.

Hay gente que les llama defectos. Yo les llamo pequeños detalles. Lo vi de pequeño en una película, y es una frase que me ha quedado. Una muletilla repetida hasta la exhasperación, una broma tan gastada que pierde su sentido para convertirse en una nueva realidad, un gesto, una costumbre... ¿Que por qué son tan importantes? Pues porque si eres consciente de ellos, es porque has pasado mucho tiempo con esa persona...

Fíjate en ti y en mi. Apenas llevamos unos minutos juntos. Y creo que ya podría decir algo de ti. Fijo que estás en tu postura de siempre para leer en el PC. Ya sabes, esas cosas que hace la gente: mano en la boca (mordiéndote/chupándote un dedo), o en la barbilla. Golpecitos rítmicos en el borde del teclado, simulando tu piano/flauta/trompeta/guitarra/loquesea. Hacer girar un lápiz/boli. Ese algo que haces siempre, aunque no te des cuenta.

Llevamos ya unos minutos conversando. O al menos para ti es una conversación. Para mi es un mensaje en botella, que te envío intentando anticiparme a tus respuestas. Conversar contigo desde mi.

Podría estar haciendo algo productivo con mi tiempo... Galletas. O estudiar. Pero no.

Sigamos.

Lo que más me gusta de hablar con la gente es escuchar lo que no dicen. Miradas, tics, palabras-ovillo. Estas últimas son las que más me gustan. Son esas palabras que dices, con un significado especial que solo tu, o en su defecto otra persona, puede llegar a comprender. Suelen parecer fuera de tono en la conversación, pero detrás de si encierran una maraña de historias y sentimientos. Por eso lo de "ovillo".

¿Palabras-ovillo mía? Bueno, hay muchas. "Pino", "girasol", "maybe in other life", "enamorarse del amor", "shur", "teta en ASCII", "Floyd", "coquille", "ieso", "nana", "candado", "mafioso", "rosa amarilla", "talla", "marruán", "tía", "Noé"...

Todas esas palabras conforman un gran porcentaje de mi vida. Creo que solo con ellas podría recordar casi toda mi historia. Por eso te las confío a ti. ¿Que no las entiendes? No pasa nada, quizá en otra charla pueda explicártelas...

Para acabar esta carta, te invito a que me hables de ti. Sabes como contactar conmigo. Comentarios, por ejemplo. O un correo. Incluso una carta-bomba a mi domicilo. Dime algo de ti. De como eres, de tus palabras-ovillo, o cualquier cosa. Simplemente por conocernos mejor. Después de todo... Esta carta es para ti. No estaría de más que contestaras.

Un saludo,

Filosente.

6 de mayo de 2012

Ya se lo que necesito decir al mundo:

Aquí estoy. Soy yo. Él de siempre y el de nunca. El niño sonriente, el preadolescente con complejos, el adolescente confundido. La persona que mira a los ojos a la gente y que busca en ellos señales. El que no da pie con bola, y el que acierta con precisión de cirujano. El que siempre amó sin ser amado. El enamorado del amor. El cómico frustrado, el flautista de videojuegos, el de las gafas del revés, el chico informático. El que piensa todo menos lo importante. El que desespera y espera. El que escribe estas líneas...

Soy yo. Aquí estoy. ¿Qué quieres de mi?

5 de mayo de 2012

Para defender lo que digo, haré lo que pienso, aunque lo que quiero sea distinto, porque lo mejor es diferente.

Tengo algo que decir... creo

¿Conoces la sensación de querer decir algo, y tener algo que decir, y no saber exactamente qué es? Es curioso, porque cuando estás así, normalmente los demás parecen saber exactamente lo que quieres transmitir. O mejor dicho, creen saberlo. Quizá quieras declararte a esa persona, o plantarle cara a alguien. Puede que sea una locura reprimida hace tanto que ya la has olvidado...

Yo quiero decir algo. Quiero levantar la mano y pedirle permiso al mundo para que se pare un segundo. Pero no se lo que. No se me ocurre que es tan urgente que requiera de esas atenciones. Soy una persona que suele decir todo, para bien o para mal... Pero tengo la sensación de que me falta algo por gritar al mundo.

Supongo que ha sido una semana peculiar, de esas de picos. Una semana de decisiones, de risas, de algún que otro bajón, de casualidades y momentos para reflexionar.

Una semana más, vaya.

Vamos a ver que me depara el futuro. Porque una vez has tomado un camino, hay que seguirlo para ver a donde lleva. No vale quedarse parado. Nunca.

¡Quién sabe! Quizá al final de este camino me espere la frase que quiero gritarle al mundo...

Nunca eres demasiado viejo para sentir, ni demasiado joven para pensar.


¿Qué hoy no brilla el Sol? ¡Seré el mío propio!
Hoy he salido de casa y me he dicho "va a ser un día especial". ¿Por qué? Porque es un día cualquiera.

4 de mayo de 2012

Maybe in other life...

Maybe in other life,
maybe in other world,
maybe there's outside
where we can be one...

But it's only a dream,
heaven is not for me,
I have lost the faith
on the paradise...

Maybe in other life...

Maybe in other side...
I can't stand up!
It's hard to see
these tears on your eyes.

I'm sure that it hurts,
I know all your fears,
but it's your own hell,
where I cannot help.

Maybe in other life...

Maybe above the sky,
maybe under the sea,
maybe on my mind
if I try to imagine it.

But I'm pretty sure
'bout a single thing:
it's my certain belief
that if now we can't...

Maybe in other life...