31 de diciembre de 2019

Desiderata cuadragésimo sexta: ¡alegría!

Sé alegre.

Siempre me llamó la atención
cierta gente a mi alrededor
que ríen donde otros lloran.

Siempre causan sensación:
las almas tristes los odian,
y en las serenas generan devoción.

Con el tiempo, la razón:
no es un gen especial,
es una peculiar visión.

Una palabra les guía:
¡alegría!

Os pongo un ejemplo sencillo,
muy común entre mis días
(pues soy grande y torpe).
Sucedió durante una comida.

Alargo mi brazo a la mesa
para coger otra vez mi bebida.
Calculo mal el movimiento,
¡al carajo con la misma!

Y mientras la copa caía,
y la bronca yo me temía,
mi anfitrión reía, y gritaba:
¡alegría!

Y de tamaña desgracia
de vino allá derramado,
hacía un silbido alegre
yendo camino a limpiarlo.

Se disipa la tensión:
contagiosa es la risa,
y su pura algarabía
entre todo bien caló.

¡Qué loco está este hombre!

...

¿Loco?

¿Quién está loco aquí?

¿El que ríe las desgracias
o el que las deja existir?

Achacaban a locura
la decisión más cuerda
que un hombre ha tomado...

La decisión consciente
de convertir las penas.

¡De hacerlas alegría!

Y de ahí pude aprender
que con amor y con sonrisas,
con cariño y carcajadas
el mundo es un lugar hermoso.

Y si tengo que escoger ser,
¿por qué hacerme pesaroso?

¡Haced pronto un sitio!
¡En el centro del manicomio!

¡Alegría!

No hay comentarios:

Publicar un comentario