18 de mayo de 2010

Crónicas de un Hunter: Capítulo 1

He decidido empezar hoy con los capitulos numerados de mi Fan Fic "Crónicas de un Hunter". Hoy retomaré la narración de lo que le sucedió a Hunter tras escapar con vida del Lagiacrus.

¿Algo que objetar? Como aunque la respuesta sea si me da igual, ampliad la entrada ;)

Capítulo 1: El segundo terremoto


Buff... Menudo día. Sabía que la gente de Moga quería que le ayudara antes incluso de llegar, pero el terremoto nos ha complicado bastante las cosas... Menos mal que ahora puedo descansar un poco y...

Vaya, hay algo encima del escritorio. ¡Pero es que está muy lejos de mi cama...!

Al final me he acabado levantado, para variar. De cuando en vez podía dejar que me venciera la pereza... Aunque claro, ver a todos los aldeanos trabajando implica que el que yo me rasque las narices estará mal visto...

En fin, a ver que hay en la mesa...  ¿Pluma y pergamino? ¿Pero qué...? ¡Ah! ¡La carta! ¡Tengo que escribirle otra carta a Alexio! Menos mal que Chamberlyne se ha acordado... Mi hermano me dijo en su respuesta que le había dejado muy preocupado por mi enfrentamiento contra... contra...

Lagiacrus.

Argh, solo pensar ese nombre hace que me escuezan el pecho y el abdomen. Le he dicho a Alexio que vuelvo a estar bien de todo, y de hecho eso piensan los aldeanos, pero realmente el bicho sabía dónde me daba, y aunque ya camino y trabajo como siempre, a veces me dan punzadas de dolor. Cuando me quitó las vendas esa chica tan amable pude ver que el impacto de la descarga eléctrica me había quemado la piel en toda la zona cental del abdomen. Además, por si fuera poco, cuando salí despedido a causa de la fuerza del ataque, choqué contra unas tablas que se habían soltado en el terremoto... y me hicieron dos profundos tajos a derecha e izquierda.

En fin, mejor no pienso en el bicho. Voy a coger la pluma, a ver si escribiéndole a Alexio se me van todas las tonterías.

Hermano mío:

Lamento que te hayas preocupado tanto. De haber podido acabar la carta, hubieras quedado más tranquilo, pero no quería hacer esperar al correo que te la iba a entregar.


Ahora mismo me encuentro en mi escritorio, escribiendo a la luz de la luna en mi casa. No, no he vuelto a Loc Lac, lo que pasa es que la gente de Moga me ha regalado su casa de honor. Se trata de una vivienda de planta circular constituída por una única estancia, en la cual tengo una cómoda cama de matrimonio hecha de paja, una mesilla con una silla para escribir y un baúl de madera con borde hechos en auténtico mineral Machalita. Sin embargo, lo que más me gusta es que la pared que está en frente de la entrada brilla por su ausencia, dejando a la vista buena parte del océano y el puerto más reciente de Moga.


Pero bueno, te sigo contando lo sucedido tras mi "batalla" contra el Lagiacrus:


Como te decía, me quedé dormido de nuevo, tras despertar en un lugar desconocido. Como supondrás, al día siguiente me encontré en esta misma estancia. Con un leve quejido de dolor me levanté y empecé a explorar un poco el sitio, hasta que de repente, oí un ronroneo a mi espalda.

- ¡Miau! ¡Al fin te has despertado! ¡Creí que miau quedaba sin jefe!


Sobresaltado, me giré y, por puro instinto, busqué mi arma. Con ese simple gesto logré desatar una nueva punzada de dolor en el abdomen, además de que tuve la ocasión de verificar que el hecho de andar ta ligero se debía a que mi espada no estaba colgada de la cadera, donde debía. 

Mi interlocutor encendió una pequeña lámpara en forma de seta que había cerca de mi cama y se acercó a mi, con gesto preocupado.

Como habrás podido imaginar, el que hablaba era un Felyne. He de decirte que siempre me han llamado la atención estos bichos, aunque este era bastante peculiar incluso para ser de dicha raza. ¿Qué tenía de especial? Un delantal.


Lo sé, ese chiste me ha dolido hasta a mi.

Bueno, el caso es que, tras el susto inicial, el gato se me presentó. Resulta que se llama Chamberlyne, y la gente de la aldea lo han destinado para que se encargue de mis cosas y de mi casa. 


Mi amigo felino me estuvo explicando rutinas de la casa, trucos para organizar objetos, dónde podía depositar mis armas... Aún estaba en ello cuando oí un pequeño "toc-toc" en el marco de mi casa (no tiene puerta, solo una simple cortina).


- ¡Pasé! ¡Miau! - dijo Chamberlyne.


Una figura desgarbada, de piel morena y largo cabello blanco que ocultaba sus arrugadas facciones, se acercó hasta mi cama, donde me encontraba sentado en ese mismo momento. Me di cuenta de que caminaba ligeramente encorbado y cojeaba de la pierna derecha.


- Cazador - su voz ronca me sobresaltó levemente por la autoridad que irradiaba - Me alegra ver que te has despertado. Soy Areoguana Volomir, pero en Moga todos me llaman por mi título: Jefe de la Aldea.


Así que ese viejo era el Jefe... Había oído rumores acerca de él incluso en Loc Lac. Al parecer, tenía fama de gran cazador por algunas heroicidades de su juventud.


- Es un placer conocerle, Jefe. Aunque hubiera preferido que fuera de otra forma.


- ¡Jajaja! Pues yo creo que son las condiciones más idílicas, cazador. No todos los días tengo el gusto de hablar con un superviviente del ataque de un Lagiacrus.


Iba a replicarle cuando, de repente, un rugido ensordecedor lleno el aire. Era tal su intensidad que hasta la tierra temblaba... Espera...


- ¡Terremiauto! - Chamberlyne estaba horrorizado.


La tierra se agitaba y yo, por precaución, agarré al minino y al jefe y los puse debajo del escritorio de la estancia. Agarrándome a las paredes (que también vibraban por la intensidad del seísmo), logré salir de la casa.


Con alivio, contemplé que todo estaba en su sitio, aunque mi alegría se vio ligeramente turbada cuando caí al suelo y fui incapaz de levantarme... Y es que, en vez de ir a menos, el terremoto parecía aumentar en magnitud a cada segundo que pasaba. De hecho, empezaba a oir alarmantes crujidos. Los aldeanos, aterrados, no podían evitar gritar. Oí el sonido de algo desplomándose y cuando creí que mi hora y la de Moga había llegado...


- ¡YA BASTA!


Y todo paró.


Incrédulo por lo que acaba de suceder, me giré y vi al Jefe, con fuego refulgiendo en sus pupilas, contemplando toda la aldea. En ese momento entendí el por qué de su sona por la urbe...


Cojeando y encorbado, se acercó a mi y me tendio su mano. Con una fuerza asombrosa para su cuerpo y para su edad, me levantó. El fuego de su mirada se había apagado y ahora en ella podía percibir una angustia infinita.


- ¿Entiendes ahora por qué te necesitamos, cazador?

Uff... llevo escrito mucho, y aún ni le he contado nada, realmente... Ya me empiezan a pesar los párpados, así que me voy a plantear el acabar mañana la carta... Si, eso es muy... buena... id... Zzzz... 

*       *       *
Vaya... ¡Uoaah! Qué bien he dormido... Aunque hubiera estado mejor que me hubiera quedado dormido en la cama. Me ha costado media hora poder estirarme de todo después de estar toda la noche reclinado sobre la mesa y sobre la dichosa carta...

Bueno, la acabo rapidito y me voy, tal y como le prometí a Junior...

Ese mismo día, hubo reunión en el pueblo. Los aldeanos estaban bastante asustados, y no era para menos, pues habían sufrido dos terremotos en solo venticuatro horas. Lo que más preocupaba era el estado de la aldea, aunque una exhaustiva revisión reveló que Moga no desaparecería del mapa tan fácilmente... si hacíamos unas pequeñas mejoras en la estructura que la sustentaba.

Nos dividimos en grupos y empezamos a trabajar inmediatamente. A mi y a otros cuatro aldeanos nos encargaron crear una compleja estructura que no acabo de comprender bajo el agua. Gracias a mi entrenamiento, mi capacidad pulmonar y de movimiento bajo el agua es bastante grande, así que no tuve mayor problema en seguir las instrucciones de los aldeanos para ir clavanado una serie de tablas en sitios supuestamente estratégicos.


Sobre el medio día nos tomamos un descanso para comer. La gente parecía algo más tranquila, quizá porque tenían cuerpo y mente ocupados en algo.


En esto, se me acercó un hombre fornido, de piel morena y pelo negro como el carbón recogido en una coleta. Vestía de camisa rosa y pantalones azules, con una especie de peto blanco por delante. El hombre me miró a los ojos y luego dirigió su mirada hacia la salida norte de la aldea, que daba a la isla. Comprendí lo que quería y le seguí.


Cuando llegamos a la salida de la aldea de Moga, lejos de los demás, puso sus manos sobre mis hombros y me miró directamente a los ojos.


- Cazador, mi nombre es Jun... Estee... Bueno, soy el hijo del Jefe. Mira, necesitamos que te hagas con unos materiales para acabar las obras del pueblo...


¿Para eso tanto secretismo? No, es que había más:


- ... pero has de saber que en cualquier momento puede haber un terremoto... y, estando fuera, puede pasar cualquier cosa. Mi padre me pidió que te lo contara a parte para no alarmar a los demás...

Me planteé un segundo lo que me estaba diciendo. Me pedían que saliera afuera, pero tenía que ser consciente de que estaría sólo. Si, por ejemplo, un terremoto me tiraba barranco abajo y caía malherido entre monstruos, estaría yo solo...


- ¿Qué necesitáis?


- Eh... ¿lo vas a hacer, cazador? - el hombre parecía incrédulo.


- No he venido para dar la vuelta al primer peligro. Dime que os hace falta.


El hijo del jefe suspiró de alivio y se sacó del bolsillo un papel con una lista de todo lo que Moga necesitaba.


- Ahora nos haces falta aquí, cazador, así que partirás mañana al alba - me dijo como despedida.


A la tarde, cuando llegué a casa, estaba molido. Trabajar en el agua cansa bastante más que trabajar en tierra. A pesar de todo, me acerqué al fondo de la estancia y recogí mi arma.

Supongo que recordarás que a raíz de aquel incidente me despojaron de todas las armas y de mi licencia de cacería para casi cualquier territorio. Sin embargo, siempre he conservado Erif, mi primera espada. Si, ya sabes, aquella espada corta con motivos de llamas, de empuñadura bastante gruesa. Así mismo, antes de salir para Moga pude hacer con un escudo que un amigo soldado, Reinolds, me dejó. Lleva el logo verde del reino en el centro y es totalmente gris. A pesar de su pequeño tamaño, creo que le sacaré provecho.


Con los fondos que pude reunir antes de venirme al lugar más aislado del mundo logré comprarme un casco plateado, de buen grosor y que me cubre toda la cabeza (salvo la parte delantera). Es una pena no contar con una armadura completa...


Dediqué bastante tiempo a afilar bien la espada, a comprobar la superficie del escudo y revisar todos los detalles del casco. 


En breve partiré fuera de la aldea a reunir lo que me han pedido. No te preocupes por mi, que sé defenderme...


Un saludo de tu hermano.


Hunter


P.D: si me pudieras mandar noticias de eso que tú sabes, te lo agradecería, pero usa ese método.




Sé que de un fic del MH se esperan secuencias de acción, pero necesito un tiempo para introducir estos detallicos de la historia para que no quede cutre. De todas formas, prometo hacer el siguiente capítulo más dinámico.

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