Dedicado a todos los que estáis conmigo en el día a día, pero especialmente a mis compañeros de la FIC, que viven gran parte de esta locura conmigo ;)
Es de noche. ¿Y?
En mi casa no importa.
Hay movimiento. Siempre.
Ya que desde la más tierna alba.
Y es que mis sueño ya me dicen...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
A las seis de la mañana
suena mi despertador.
Pero algo en las sábanas
me devuelve al sopor.
Y una mañana más...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Salgo de casa de noche
y me voy a la estación.
Pero de palique por
el camino, ¡ay, Dios!
Y mientras miro el reloj...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Al final doy cogido el tren
y me cobra el revisor.
Pero el mercancías de siempre
retrasa la previsión.
Y del apeadero a la facultad...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Llego a clase puntual, como no,
con flato de tanta carrera matinal.
Y me entero al sentarme en la silla
de que el examen de I.B. es hoy.
Y es cuando me dicen mis apuntes...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Entra en clase el profesor
y ya tengo sabida la lección,
mas a causa de falta de previsión,
si t es el tiempo, t:=t/2.
Y con la mano agarrotada...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Acabo el examen con sensación
de que tan mal no fue. Satisfacción.
Mas llego tarde a la siguiente materia
en la que el profesor puntual siempre llega.
Y escaleras arriba...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Tomo asiento entre mis compañeros
y en poco tiempo aparece Floyd,
y mientras mi cerebro entre en sopor,
los minutos no pasan al mirar el reloj.
Y le digo al tiempo por primera vez...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Tras otra hora de teorizar,
al fin sonrío, pues toca almorzar.
En la cafetería, el mismo follón:
diez mil estudiantes con ganas de arroz.
Y el camarero me dice al ver que no pido...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Me empacho a contrarreloj
y bajo al bajo con mi ordenador.
Por enésima vez miro al reloj
y una vez más siento estupor.
Y a diez minutos de que acaben las tutorías...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Vamos al moodle, a por la lección.
Bajaré los apuntes del tema anterior.
Y pondré en cola el boletín
mientras repaso Programación.
Y le increpo a lo que descargo...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Se me ha ido la hora otra vez,
creo que de esta no llego temprano:
pasan ya de las seis y cuarto
y tengo que estar a las siete en teatro.
Y me despido de la facultad por hoy...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Llego justito a la estación.
El número catorce no da pasado.
Como no venga en medio minuto
llegaré tarde. Fijo. Seguro.
Y trato de decirle telepáticamente al conductor...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Las siete clavadas, y aquí estoy,
teatro Normal, empieza otra sesión.
Mas me entero de otro follón:
me van a pedir una representación.
Y trató de memorizar un nuevo papel...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Las nueve y cuarto, fin de la función.
Estoy agotado, iré a la estación.
No veo la hora de a a casa volver,
cenar y para cama, eso voy a hacer.
Y le pido al urbano una vez más...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Son las once y estoy en mi habitación,
mirando el correo, por precaución:
mañana toca volver a trabajar
y ninguna sorpresa me quiero llevar.
Y el wifi de casa es peor que el de la facultad:
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
Logro que cargue el correo
y me pongo el pijama, que hay sueño.
Mas de tanto movimiento, ya no quiere parar,
le pido a mi cuerpo que me deje descansar.
Y es que nos quedan seis horas para dormir...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
¿Cuál es de mi día la conclusión?
En pocas palabras, un carrerón.
Durmiendo, saludando, riendo y trabajando,
charlando, madrugando, planeando y trotando.
Y cuando mañana el poema vuelva a comenzar...
¡Corre! ¡Corre! ¡Siempre corre!
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