4 de enero de 2012

En un espejo

No temo al espejo
que refleja mi cuerpo,
que desnuda mi alma,
que me muestra como soy.

Camino por la calle
al ritmo de mi mente,
presente en cuerpo,
mas en alma ausente.

No tengo destino fijo
más allá de la vaga hora
de retorno irrevocable
a la seguridad de mi hogar.

En esto veo a lo lejos
un familiar destello.
Destello de plata
y vanidad oculta.

Un espejo.

Me paro un segundo.
Cuerpo y mente en uno.
Con curiosidad viva
contemplo mi reflejo.

No recordaba el último día
que me miré en un espejo.
Debió de ser hace poco tiempo,
pues mis facciones reconocía.

El pelo corto, como siempre.
La cara quizá más delgada.
La misma nariz chata
y la boca grande.

Tras las gafas siguen allí.
Marrones, pequeños, ojerosos.
Esa mirada que no sé interpretar.
Pues nunca entendí mis ojos.

Sigo contemplando a Narciso.
Solo que mi atención no se fija
en una ilusa y vana belleza,
sino en ese destello ocular.

Me miro a los ojos.

Intento olvidar mi físico
y me concentro en mi mirada.
Trato de encontrar en mis retinas
algún rastro de mi alma.

Y todo se para un momento.

El reflejo del espejo es etéreo.
Un juicio mismo de mi mismo
sopesando en un iris y una pupila
la esencia de todo mi ser.

Pasan ante mis ojos
pasiones, ilusiones,
triunfos, fracasos,
pasado, futuro, presente.

Aparecen diferenciados
a un lado, lo mejor de mi.
Al otro, aquello que me
avergüenza infinitamente.

Se acercan como dos amantes
mi bondad y mi maldad,
mi nobleza y mi vileza,
mi cielo e infierno personales.

Y cuando se tocan el uno al otro...

Despierto con un respingo.
El espejo sigue en el mismo sitio.
Y reflejado en él, sigo yo.
Yo solo, yo mismo. Solo yo.

Sonrío y me voy
(cuerpo y mente separados)
sumido en una reflexión.

"Sea como sea... sigo siendo yo".

1 comentario:

  1. Supongo que tenía que llegar aquí!
    La persona más grande y más pequeña que he conocido.
    Pero.... acaso no somos todos así?

    ResponderEliminar