31 de octubre de 2012

Divagaciones

Me gusta jugar a ser sin ser.

Como tantas cosas.

El agua que bebemos que nos mantiene con vida.

La sal que da sabor.

Una brisa repentina que peina un cabello rebelde.

El código del programa que permite que me leas.

El acorde escondido en la melodía de siempre.

Ser necesario intrínsecamente, tanto que esa realidad se desvanece.

¿Qué quedará de esta alma mía?

Música, código, viento y poesía.

Quizá...

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