29 de junio de 2017

Te voy a confesar un secreto: soy un nostálgico.

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¿Eh, a que viene esa mirada sarcástica?

Vale, vale, me doy cuenta. Hablo mucho de mi pasado, tengo un blog en el que intento inmortalizarlo... Muchas pistas muy obvias, ¿no? Aún así, déjame que te cuente, anda...

Verás, hubo una época en mi vida en la cual... no pasaba nada. Mi preadolescencia fue bastante monótona. En gran parte porque tenía varias cosas encima que me bloqueaban y no me dejaban avanzar. No quería aceptar el presente en el que vivía, me aferraba a un pasado idealizado e inalcanzable y, en general, me adapté a una rutina que me permitió adquirir una gran cultura videojueguil... a costa de un par de docenas de habilidades sociales.

Llegué a sentir que no viviría una vida plena jamás, y llegué a creerme una frase que hoy no para de sacarme sonrisas:

"Nunca tendré nada que contarle a mis nietos".

Ja, iluso...

Por suerte, esos años dieron pie a una etapa de no-stop. Y tampoco es que haya hecho cosas especiales a nivel general: estudios, trabajo, relaciones personales, hobbies... Vivo una vida relativamente normal. Un pelín dramatizada a veces, si, pero bastante al uso...

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Se que normalmente estas cosas tendrían que ser introducción-nudo-desenlace, pero realmente hoy no se si quería llegar a algún lado o simplemente capturar una sensación... así que mejor voy cortando ^^U

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