Mi mente es una cebolla
que pelo al meditar.
No se me ha ido la olla,
dejadme que me intente explicar:
Sentado en el suelo me di cuenta
de que mi cerebro, que no se calla,
de distintas formas se presenta
a medida que mi consciencia falla.
Mi mente es una cebolla
porque funciona por capas.
En la capa más superficial... Existo.
Sin más. Mirada atenta,
mente inquieta,
puedo hacer y comunicar.
Esa capa es sencilla de pelar:
pongo el cojín al suelo,
me acomodo con esmero
mis párpados caen con comodidad.
La siguiente capa aún es consciente.
Soy yo hablando en pensamientos
creando ideas coherentes
en el lienzo de mi mente.
Y creo que esta capa también
la acallo fácilmente:
una orden de silencio amable
me es más que suficiente.
Una capa más abajo pues.
Esta es sutil.
Camina solo con la punta de los pies.
Se acerca...
...sin que la vea...
...y cuando rompe el silencio...
TODO lo llena
de mil pensamientos
que se encadenan
en todo momento
arriba y abajo
al centro y p'adentro
¿qué comí anoche?
¿Qué estoy haciendo?
Tengo que lavar el coche
¿Que llevo ya cuanto tiempo?
Espera un segundo,
¿es esto correcto?
¿No tendría que estar vaciando
la mente de pensamient...?
¡BASTA!
...
Mi voz consciente pone freno.
...
Sigh...
Volvamos al comienzo.
Acallo mi voz.
Mis ojos cierro.
Le digo a mi mente
que más tarde hablaremos.
Me acomodo de nuevo,
y esta vez se forma el silencio,
quizá el más profundo
de todo este cuento...
Y pelo otra capa...
Y esta es... lenta...
Pausada...
Los pensamientos... laaaaaargos.
Las emociones... Caaaalmas...
Las ideas... Susurros...
Que poco a poco... Se apagan...
Lo he logrado. Estoy meditando.
Que guay esta tranquilidad...
Debería contárselo a las chicas
en cuanto pueda por Whatsapp.
¿Y cómo se lo digo?
Un poema podría bastar
para explicar que creo que he logrado por fin medit...
¡Espera!
¡ESTOY VOLVIENDO A PENSAR!
¡NOOOOO!
Capa arriba, capa abajo,
subo y bajo.
Los ojos permanecen cerrados
pero a veces me hablo, consciente,
estando presente,
y otras me callo,
pero la que habla es mi mente,
a las mismas revoluciones
que estos versos que lees.
Y a veces bajo más...
A esa capa... relente...
Pero que dura menos
que mi termo de agua caliente.
¿Por qué te cuesta tanto ser obediente,
mente mía demente?
Y aun con todo lo que he escrito hasta este verso extremadamente saliente...
Aún queda una capa.
Nada.
Vacío.
Ya no estoy contenido.
Soy un recipiente.
Vacío.
Nada.
Sin egos ni mente.
Pero aunque sea calma
me da miedo, y recuerdo
la pregunta del millón,
¿qué soy si no lo que siento,
si no soy lo que soy?
Y mi mente se altera
como verás en el texto
y ya he subido
no se si una capa,
dos, o doscientos,
pero no paro de pensar,
y como para saber que pienso escribo,
pues escribo y escribo, verso tras verso,
sin saber como parar,
como terminar esta estrofa
sin una lección que contar,
así que nada, gracias,
gracias una vez más
por acompañarme en este trozo de mi historia
que aunque sea de forma abrupta
creo que voy a acabar.
Ya.