26 de abril de 2010

Filosente

¿Que qué busco con esto? Hacer historia, amigo.

Es increíble lo que puede sacar uno de una ducha. Me he puesto bajo el grifo y he sacado una doble temática para un artículo. Y es que hoy os quiero hablar como Mastergbdas y como Ismael, como un filosofo de pacotilla y como un adolescente aburrido. Hoy os quiero hablar de Filosente... como un Filosente.

¿Quién se acuerda de esto? Parece mentira que vayan a hacer siete meses desde que, movido por celos el buen ejemplo del blog de mi compadre Rafa me decidiera a hacer un blog. Pero no quería hacer un blog cualquiera: quería que mi blog fuese realmente MI blog (no confundir ese MI en mayúsculas con este otro). Para ello, me propuse centrarlo en dos temáticas que me parecía que podían tener mucho jugo: la filosofía y mi propia y absurda existencia.

Con más ganas que pericia, fui escribiendo artículos. Aún me río al leer aquel con el que arranqué, y ahora hasta me parece infantil la forma con la que redactaba al principio.

Sin embargo, entre toda la mierda articulada de Filosente, hay un artículo que quiero rescatar porque lo debí escribir en un momento de posesión demoníaca o similar. Carta básica de mi conciencia no fue más que lo que quedó de un burdo intento de crear un "manual del buen bloggero", que finalmente era una pseudo-forma de recordarme que yo debía escribir para mi...

Y es aquí donde quiero enlazar con el tema filosófico, remarcando un párrafo surgido de una convergencia de musas en mi mente y que se que nunca más se dará:
No tienes ningún conocimiento que ofrecer, ningún objeto o ideas maravillosos, ningún invento revolucionario. Lo único que tienes es tu forma de ver el mundo, y eso es algo que nadie más podrá transmitir.
¿Por qué empecé a escribir Filosente? Esa fue la pregunta que me acudió a la mente mientras me enjabonaba mis atributos masculinos duchaba. ¿Por qué le dedicó día sí, día también, un tiempo de mi vida a planear entradas para el blog (si vierais la cantidad de borradores que tengo...)?

Yo creo que, verdaderamente, lo que quería con Filosente era dejar una huella de mi vida en esta ¿real? existencia. Y os remito a la ya mítica frase con la que empiezo mis artículos, que en esta ocasión habla de ello.

A ver, entendámonos. No es que crea que vaya a lograr el reconocimiento de medio mundo por publicar mis desvaríos. De hecho, no creo ser capaz de lograr el reconocimiento ni de la lista de contactos de mi dirección de correo electrónico. Es más, no creo ser capaz ni de lograr el reconocimiento de todas las personas de mi querida habitación (si, Sporky, va por ti). Sin embargo, siento que estoy dejando mi huella en un sitio, a pesar de que ese lugar sea enorme y se llame Internet.

Realmente, a veces pienso que no escribo para los demás, sino para mi y para mi ego. De hecho, he llenado esta entrada de enlaces a otras quizá para dejar constancia de que mi blog tiene bastantes.

La verdad, tras exponer estas dos ideas y mientras escribía, no he podido evitar esbozar una sonrisa. He recordado todos mis logros en la red (no es que necesitara mucho tiempo...) y me he dado cuenta de que Filosente, en el fondo, ha sido una herramienta que me ha permitido conocer gente, tener oportunidades de expresarme. Un lugar donde la única censura se llama Pepito Grillo.

Aunque, por otro lado, puedo decir que Filosente me ha definido. Hay gente que ya lo usa como mote para referirse a mi yo real. Me sorprende las veces que algunos de mis compañeros de clase inician las también míticas charlas entre horas con el comentario "el otro día me pasé por tu blog y...".

¿Conclusión? No se si yo he definido al blog o si el blog me ha definido a mi, pero juntos hemos logrado dejar un pequeño rastro, una prueba de lo que un adolescente aburrido con conexión a la red puede hacer.

Y es que, en el fondo, tanto el blog como yo somos Filosente...

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