1 de noviembre de 2010

Una peculiar entrada

Lunes por la tarde. Tras terminar de comer, me derrumbo en el sillón y enciendo el ordenador. La semana me pasa factura: mi cerebro y mi cuerpo piden descanso. Enciendo el ordenador, me enchufo los cascos y desconecto durante un momento de lo que me rodea.

Cierro los ojos durante unos instantes y procuro no pensar en nada. Olvido lo que me rodea hasta tal punto que no pongo música en el ordenador. No la necesito. Simplemente, sigo la melodía de mis pensamientos y me pierdo entre sus notas.

Es increíblemente reconfortante estar unos segundos sin pensar en nada. Durante ese breve intervalo de tiempo, los problemas y las tensiones se alejan. El examen que tienes mañana no es más que una ilusión en un lejano horizonte, la discusión con tu novi@ deja de atormentarte y hasta el inminente despertar a la realidad te parece una quimera.

Abro los ojos de nuevo y caigo en la cuenta de que, realmente, hay música en mis oídos. Miro al monitor: suena "Kakariko Village", de Koji Kondo. Una canción tremendamente melancólica sacada de la genial BSO de "The Legend of Zelda: Ocarina of Time". Llamadme friki, pero si le quitas el nombre y se la pones a alguien es probable que le caigan bastantes alabanzas.

Pongo en la lista de reproducción el resto de la BSO y abro el navegador. No se por qué, pero lo cierro sin dejar que carguen las páginas de inicio y abro el Word. Me apetece escribir, supongo.

Las palabras salen casi solas y mis dedos se deslizan por el teclado, componiendo un mundo nuevo y sus personajes. ¿Cómo serán? No lo sé, ya que no estoy pensando lo que escribo. Simplemente, tecleo. Al cabo de media hora de escritura automática, cierro el documento sin guardarlo ni leerlo.

Miro la hora. Son las 16:00. Saco los libros y me pongo a estudiar. Me siento tremendamente descansado y dispuesto a escribir mis cuatro carillas de rigor para el trabajo de filosofía.

Dos horas más tarde he acabado todo y me doy cuenta de que tengo aún mucha tarde por delante. Desde que he empezado este curso, pocos son los ratos libres que tengo entre semana, y este en concreto decido aprovecharlo.

Podría hacer muchas cosas. Quizá coger la gaita e ir al paseo marítimo de mi pueblo, aprovechando el buen día que hace. Puede que llamar a alguien e ir a dar una vuelta por ahí. Incluso ir mirándome el examen del viernes.

Como si fuera un movimiento ensayado me levanto, coloco la silla, doy dos pasos hacia la puerta... y vuelvo a la posición original.

El ordenador me había quedado encendido, así que basta con menear un poco el ratón para tenerlo operativo de nuevo. Siguiendo un recorrido muy conocido, abro FireFox, clickeo en la pestaña de marcadores y pulso la tecla F cinco veces. "Filosente".

Me pongo a teclear y escribo este día de hoy. No se por qué, ya que nunca he sido de hacer el típico blog de "reflexión a lo diario sobre un día sin ningún objetivo concreto". Aunque tampoco suelo poner música, ni empezar la tarea tan tarde, y mucho menos escribo cosas sin pensar, sin leer y sin guardar.

Hoy, por un día, me he atrevido a romper conmigo mismo y a no ser yo para identificarme más conmigo mismo. No soy un robot que sigue un patrón diario, sino una persona que, por muy cuadriculada que sea, siempre tiene un margen de actuación al azar.

O puede que no...

Es decir, he hecho una entrada rara, pero la he hecho por partes, me ha llevado varias semanas y he acabado llegando a una conclusión filosófica. ¿No es eso lo que suelo hacer?

Bah... Aprovechemos para crear categoría nueva y para dar por zanjado los diez minutos de descanso del día.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado bastante esta entrada, en seri, me dejas alucinado xD

    ResponderEliminar
  2. A veces está bien dejarse llevar por la imaginación y hacer algo, lo que sea, medianamente creativo, que dejar demasiado paso a la vagancia...

    ResponderEliminar
  3. Muy bien Mastergbdas, sigue asi. Algun dia seras como Aristóteles.

    ResponderEliminar