Hoy me voy de caza.
De caza de sonrisas.
La pequeña e inocente
que enseña muchos dientes
y es feliz, absolutamente,
con gominolas y pasteles.
La ladeada y traviesa,
dulce sonrisa aviesa,
que el enfado atraviesa
y el malhumor tergiversa.
La que oculta emociones,
mil lloreras por canciones,
la sonrisa que se que pones
antes de llorar a borbotones.
Y esa media sonrisa
que usas tras tu risa,
queriendo ser Mona Lisa,
enigmática, imprecisa.
Y la sonrisa relajada,
visible tras una Nana,
infantil y reservada
para la gente señalada.
Dime tu, pequeña cazadora,
¿qué harás con la mía?
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