27 de diciembre de 2011

Dejarme ir. Me gusta perderme.

Dejarme ir.

Me gusta perderme.

Dejarme ir en el viento.
Me gusta perderme en sitios lejanos,
entre pinos y abetos,
con la confianza de tener siempre guía.

Dejarme ir en la música.
Me gusta perderme en mil melodías,
fugaces y veloces,
con mis dedos como única limitación.

Dejarme ir en la carretera.
Me gustar perderme en fijadas rutas,
entre luces y sombras,
hasta donde lleguen buses y trenes.

Dejarme ir en los sueños.
Me gustar perderme entre mis fantasías,
entre consciencia e inconsciencia,
hasta donde lleguen mis recuerdos e ilusiones.

Dejarme ir en las historias.
Me gusta perderme en rememoranzas,
entre mitos y leyendas,
hasta donde la memoria del pueblo alcance.

Dejarme ir en el mundo.
Me gusta viajar a diferentes países,
entre culturas,
sabiendo que los demás se dejan ir también.

Dejarme ir en los sentimientos.
Me gusta perderme en mi corazón,
entre pasiones,
con la certeza de que actuaré sin defraudarme.

Dejarme ir en los pensamientos.
Me gusta perderme en mi razón,
entre reflexiones,
y valorar mi vida a cada momento.

Dejarme ir en el conocimiento.
Me gusta perderme en los libros de texto,
entre descubrimientos,
y valorar el ingenio de los que me han precedido.

Dejarme ir por la cordura.
Me gusta ser sensato ante lo que me rodea,
entre valoraciones,
y sentirme satisfecho al ver que todo está en orden.

Dejarme ir por la locura.
Me gustar romper con lo preconcebido,
entre reproches,
y saltar al vacío sin red que me sostenga.

Dejarme ir en tu mirada.
Me gusta perderme siempre contigo,
entre tú y yo,
hasta que seas realmente alguien.

Porque me gusta perderme.

Dejarme ir.

Dejadme ir.

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