3 de julio de 2012

¡Fins aviat!

Conozco tanto ese marco... él al principio del camino, al atardecer. La gente a su alrededor, despidiéndole. Lágrimas, bromas, sonrisas, abrazos, adioses, hasta luegos... nada destaca. Es una escena en la cual he sido el protagonista tantísimas veces que podría describirla hasta con olores sin necesidad de revivirla más que unos segundos en mis recuerdos...

No así hoy... porque hoy yo soy el que se queda.

Te veo irte, con los ojos cargados de decepciones, tristezas, ira... te veo irte no se si por querencia o necesidad. Te veo cansado de luchar, frustrado de no progresar, entristecido porque, según tú, todo ha salido mal, todo te sale mal...

Podría pedirte que te quedaras, y seguramente encontraría una forma de convencerte. Hace relativamente poco que has entrado en mi vida, pero eres ya una parte importante de ella, así que, como sé que sabes, no me hace demasiada gracia dejarte ir sin más. Pero tú me has prometido un hasta luego, y confío en ti. Ante todo, confío en ti.

No voy a hacer más drama del que ya estoy haciendo. Te miraré a los ojos, como siempre, y te diré un "hasta pronto" demasiado solemne. Mi estilo, ya sabes. Y cuando vuelvas, me darás un abrazo, y te dejaré cobrar esa pequeña deuda que tenemos pendiente...

Sales en dirección al sol. Tu sombra se alarga tanto que casi me toca, como queriendo despedirse por última vez hasta que su dueño esté preparado para volver. Cuando vuelvas, seguramente ella será la última en saludar, por detrás de ti, tu nueva mirada y tu futura sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario