12 de octubre de 2011

Es ciertamente increíble lo que puede cambiar el ánimo de un día para otro. Y más estas edades.

Estos días he tenido picos importantes. Sin embargo, echando media creo que tengo balance positivo. Hay cosas que cuestan hacer y entender, porque sabes que son importantes, pero a veces el detalle más trivial puede sacarte una sonrisa.

Estoy en mi habitación, en ese sillón que durante dos años fue testigo de Filosente. Oigo a mi vecino con canciones de gaita. Escucho los sonidos de la cocina, donde se debe de estar haciendo de comer ahora. Huele a patatas fritas. Mmm...

Es todo tan poco importante, tan habitual, tan común... que es reconfortante. Pequeños detalles, le llaman.

Tengo la firme sensación de que todo va a salir bien, aunque ahora ni ni yo lo sepamos. El tiempo coloca cada cosa en su sitio, y estoy seguro de que el tiempo favorecerá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario