Es ciertamente increíble lo que puede cambiar el ánimo de un día para otro. Y más estas edades.
Estos días he tenido picos importantes. Sin embargo, echando media creo que tengo balance positivo. Hay cosas que cuestan hacer y entender, porque sabes que son importantes, pero a veces el detalle más trivial puede sacarte una sonrisa.
Estoy en mi habitación, en ese sillón que durante dos años fue testigo de Filosente. Oigo a mi vecino con canciones de gaita. Escucho los sonidos de la cocina, donde se debe de estar haciendo de comer ahora. Huele a patatas fritas. Mmm...
Es todo tan poco importante, tan habitual, tan común... que es reconfortante. Pequeños detalles, le llaman.
Tengo la firme sensación de que todo va a salir bien, aunque ahora ni ni yo lo sepamos. El tiempo coloca cada cosa en su sitio, y estoy seguro de que el tiempo favorecerá...
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