14 de octubre de 2011

Un, dos, un, dos, tres.

 ¿Dos poemas con el mismo nombre? Bueno, es que son prácticamente lo mismo, solo que me apetecía hacer uno que se pudiera leer igual del derecho y del revés:

¡Uno!

¡Dos!

¡Tres!

¡Pum!

Tu rostro
pierde su color
a causa de la herida
que la vida te devoró,
de aquella vieja bala
era aquel suave olor
de pólvora derramada
al disparar el obús
que con fuerza os separa
al son de un viejo blues,
y el reloj se para.


¡Pum!


¡Tres!


¡Dos!


¡Uno!

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