14 de octubre de 2011

Un, dos, un, dos, tres.

Un poema raro que se me ocurrió hace un instante...

¡Uno...!

El reloj se para
al son de un viejo blues.

¡Dos...!

El sonido os separa
con la fuerza de un obús.

¡Uno...!

Te llenó la pólvora
la nariz con su olor.

¡Dos...!

La herida te devora,
tu rostro pierde su color.

¡Uno!

¡Dos!

¡Tres!

¡PUM!

Cuando se va el ritmo
del latir del corazón,
y se pierde afinado
al separar el diapasón,
con la fuerza de una bala
que lanzó un cañón,
en la vieja sala
tu cuerpo se derrumbó.

Cuando tu rostro
pierde su color
a causa de la herida
que la vida te devoró,
de aquella vieja bala,
y de aquel suave olor
a pólvora derramada
al disparar el obús
que con fuerza os separa
al son de un viejo blues,
el reloj se para.

¡Pum!

¡Tres!

¡Dos!

¡Uno!

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