12 de octubre de 2011

Un adiós a Arjé teatro y quizá algo más

Anduve en la Raíz del drama
a caballo entre Grecia y Roma,
creyéndome un sabio guerrero,
de fuerte carácter y gran fuerza.

Todo guerrero tiene una dama,
por la que pelea hasta con arma roma,
mas yo no tome como mal agüero
la soledad de su grandeza.

De estar tanto tiempo
entre Roma y Grecia,
me di cuenta de que perdí
el norte de mis actos.

Ya era tarde para un lo siento
(en descampado la tormenta arrecia).
Con la cabeza gacha me fui,
pues la vida no es teatro.

Levante la vista de nuevo
cuando subí al cercano alto
y no fue Argos lo que vi
pues ya no era Ayo.

Vi los restos en el suelo
de un sueño roto:
los recuerdos que di
a alguien a quien no hallo.

Con la ayuda de los trozos
recompuse un viejo cuadro:
un adolescente alto
de rostro iluminado.

¿De dónde venía el gozo
que emanaba mi retrato?
La respuesta vino pronto
cuando me fijé en algo destacado.

La sonrisa que tenía
y que creía haber olvidado.

Me di cuenta entonces
de porque no soy yo Ayo,
y de porque mi joven rostro
no tendrá nunca la dureza de sus rasgos.

Aunque somos muy parecidos
y somos uno en el escenario
no soy yo un Atrida
ni un personaje imaginario.

Ahora abro los ojos
y sonrío melodramático:
los atrezzos y los disfraces
vuelven a ser decorados.

Veo a los actores tras los personajes
y veo por fin claro
que la vida quizá sea un sueño
pero seguro no es... teatro.

2 comentarios:

  1. Wow, impresionante. Se nota la pasión, la fuerza y la búsqueda del yo que emanas. Suerte con el teatro, porque la literatura, ya te va bien.

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  2. Gracias por tu comentario, aunque realmente este poema tiene, digamos, un "doble entramado". Por un lado está la trama teatral que has identificado, y por otro algo diferente, pero muy relacionado.

    Se puede llegar a ver sin conocerme en persona, pero digamos que es más complicado.

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