9 de febrero de 2010

¡Moldéate!

No existe un molde para cada persona, sino que cada persona es un molde para si mismo.

Un arranque de imaginación ayer mientras hablaba con mi hermana me llevó a desarrollar otra de mis extrañas teorías que probablemente haya formulado alguien antes que yo.

¿Que de qué voy a hablaros hoy? Pues, básicamente, la elección de cómo somos.

Hay tres preguntas recurrentes cuando hablamos en filosofía acerca de nosotros mismos: "¿Quién soy?", "¿De dónde vengo?", "¿A dónde voy?". Hoy me voy a centrar en la segunda, aunque no quiero abordarla totalmente. De lo que quiero hablar hoy es del punto intermedio en lo que somos antes de nacer (dependiendo de tus creencias, puedes pensar que eras espíritu, ángel, conciencia colectiva o nada) y cuando "aparecemos" vivan los eufemismos para todos los públicos ante un tío de bata blanca que insiste en azotarnos hasta que lloramos.

Imagínate que, antes de llegar a esta supuesta realidad, en lo que Platón llamó "mundo de las Ideas", nuestra alma, esencia, espíritu, cabeza, otra cabeza o como quieras llamarlo supo que, en breve, se manfiestaría en otro sitio.

Pues bien, mi teoría es que antes de nacer, podemos escoger nuestro cuerpo y caracter. Escoger quienes somos.

Si, ya se que suena muy muy raro y es probable que, de buenas a primeras, se nos ocurra un argumento sobre por qué esto no es posible. Vamos, que si yo pudiera escoger como poder ser, me quitaría unos cuantos kilos, me daría un cuerpo atlético, sentido del humor e inteligencia.

Sin embargo, (y aquí vamos a repasar un poco de las teorías de Aristóteles y Platón), ¿cómo llegamos a conocer el concepto de perfección?

En este caso, las teorías racionalistas no tienen sentido: si nuestra alma conocía el concepto de perfección... ¿por qué tenemos un cuerpo imperfecto?

Si seguimos las teorías empiristas (no es que esté totalmente de acuerdo con ellas, pero me voy a permitir elaborar una), nuestra alma no sabía lo que era perfección, así que hizo un cuerpo como más le gustó a ella. Es decir, sin saber lo que era ser alto, bajo, inteligente, tonto, serio, alegre... hizo un cuerpo y un caracter en el que habitar.

¿Conclusión?: alégrate de tener el cuerpo que tienes. Tu mismo no lo podrías haber hecho mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario