- Disculpe, perdón...
- Me parece un desaire
que me mires con respeto,
y te burles de mis años
tratándome de señor,
pues no sé que aparento
a tus ojos de menor,
pero es mi edad joven,
así como mi corazón,
y no hay tanta diferencia
entre tu y yo.
- Pero mi madre siempre
me inculcó educación:
con los mayores usa
el usted sin excepción.
- ¿Mas que años tengo
a tus ojos de rapaz
para que con ese aplomo
no me quieras tutear?
- No sabría decirlo.
Supongo, los suficientes
como para que mi mente
le vea mayor.
- ¡No hay dolor!
Como vuelan los puñales
intentado demostrarme
que las canas me alcanzan
mientras tu las ves distantes.
¿Quieres acaso darme agobio
por sentirme ya viejales?
- Disculpe si le he ofendido,
mas, si puedo expresarme,
va siendo usted mayorcito,
¿no es hora de aceptarse?
Y aunque duela, a su tiempo,
acataré su sabio consejo...
Abandonando con donaire las cosas de la juventud...
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